martes, 20 de marzo de 2007

Bush con la voz entrecortada

Brando, Pocahontas y yo

BUSH CON LA VOZ ENTRECORTADA
Alejandro Roselló

COLONIA.
Los helicópteros sobrevolaban la casa. El ruido trémulo de los motores entraba a la cocina. Intenté permanecer indiferente. La doméstica, en cambio, dejó de revolver la olla y se acercó a la ventana. El jardinero me pidió permiso para subir al techo. Intenté permanecer indiferente, pero acabé por exaltarme. Los tres subimos a la azotea.
“Así debieron de sentirse los irakíes cuando estos los invadieron”, dijo el jardinero. “Bueno…”, contesté, y mi mal humor me impidió seguir. Sí, había helicópteros norteamericanos, pero no caían bombas ni había columnas de humo. Apenas unos helicópteros despeinando a tres idiotas. Era imposible ponerse en la piel de un irakí durante el bombardeo a Bagdad.
Sin embargo, el planteo del jardinero encerraba una verdad innegable. Estos helicópteros pertenecían a la misma fuerza aérea que había invadido Afganistán e Irak. Estos aparatos surcaban el mismo aire que los aviones que se estrellaron contra las Torres Gemelas. Estos helicópteros quizás transportaran al Presidente que, en respuesta a ese ataque, había iniciado una campaña en Medio Oriente. Los Estados Unidos sobrevolaban la casa.
Eran varios. Iban en direcciones contrarias. Algo así como los hombres de izquierda en Uruguay; esos que, al mismo tiempo, estaban dentro de la estancia presidencial y estaban fuera, acordaban con el presidente norteamericano y lo repudiaban. Unos volaban hasta desaparecer cuando les convenía, otros reaparecían en el cielo en la posición más inesperada y era difícil saber con certeza si se trataba del mismo helicóptero.
La visita oficial de Bush a la estancia presidencial de Anochorena tocaba a su fin. Así lo decía la tele y así lo gritaba la doméstica, ya en tierra. Los cuatro ojos restantes –y expectantes-escudriñaron el cielo. El presidente debía estar pasando por allí, pero se había multiplicado por tantos helicópteros, que no dudamos en que lo habíamos perdido de vista. El jardinero especulaba con que el helicóptero del mandatario se desviaría de su curso para sobrevolar el Barrio Histórico de la ciudad. Quizás lo hizo.
Detrás quedaba el río San Juan y la promesa de una ley más justa con los inmigrantes, detrás quedaba el monte nativo de San Pedro y la intención de profundizar la relación comercial entre ambos países, detrás quedaban las viñas que bordean el camino a La Arenisca y un programa para enseñar inglés en Uruguay. Al alejarse de Anchorena, la voz entrecortada del presidente norteamericano debió retumbar contra las barrancas arcillosas de la costa y reverberar sobre el Plata; haciendo ondular el espejo que, a esa hora de la tarde, era el río. Su sombra debió aletear oblonga sobre esos lugares a medio camino entre Anchorena y Colonia.
Su voz, humana esa vez, había sonado firme ante el presidente Vázquez, en un intercambio de buenas voluntades. Ahora éstas deberán traducirse en medidas concretas, en bienestares concretos. El jardinero rechazaba la visita del mandatario estadounidense, pero fue el último en bajar de la azotea. A él –y a otros “él”- es a quien esta visita debería significarle mucho: no porque debiera desearla, sino porque debería implicar una mejora en su calidad de vida. Quizás la próxima, no se muestre tan intransigente. Quizás la próxima, al ver helicópteros norteamericanos, no crea estar en Irak. Quizás la próxima, el cielo esté aún más despejado.

12 comentarios:

@sirbuntalot dijo...

Muy bueno. Lo mejor, sin duda, la comparación entre los helicópteros y la izquierda uruguaya.
Lo admirable, tu relación con el jardinero. A casa van una vez a la semana, son tres. No tienen mejor idea que caer los sábados de mañana y podar el cerco al lado de mi ventana. Creo que por eso nunca se generó relación.

eresfea dijo...

COINCIDO con Merelo, ese momento es brillante. Y la relación humana latente en la columna parece contar mucho más de lo que dice. El lector rellena lo no dicho.

pUbLiFrEaK dijo...

Irak!? q jardinero más ignorante, cómo se le ocurre compararnos con ee país. Pobre gente vive una guerra y nosotros por la visita de un presidente nos quejamos y armamos terrible lío.

SALÚ!

eresfea dijo...

Sí... Es medio cómico, pero hace tiempo que propongo un proyecto colosal para sacar a Uruguay del marasmo.
No uno, sino dos monumentos en un puerto de Montevideo ampliado con dos escolleras. Imaginad dos Colosos de Rodas, dos estatuas gigantescas que reciban al mundo.
Una de Bush (por los 1.500 millones de dólares).
Otra de Mugica (por ser el último bastión de la izquierda con conciencia social; en el resto del mundo, la izquierda se convirtió al individualismo egoísta).

Bloody dijo...

Tal cual lo de Mujica. A veces hay que dejar un poco atrás el partido y hacer lo que al país le conviene.

eresfea dijo...

Bloody, sea sangriento, no me diga que no vio ese Mugica con "g" porque usted lo escribió con "j".
Lástima, hoy esperaba cuatro o cinco comentarios de gejota, iba a escribir: "Gracias, Mujica, hasta con ge mueves...".

Bloody dijo...

Sí, claro que lo vi; pero no soy tan bloody como parezco.

@sirbuntalot dijo...

Eresfea, ante la duda y para evitar problemas, mejor poner "el Pepe", todos entendemos.

eresfea dijo...

Merelo, estuve a punto de escribir Vush. Pero a lo mejor confundía a los enemigos de Imperio, y me acobardé...

pUbLiFrEaK dijo...

Jaja! la g, la j, todo lo mismo, como dice merelo..."el Pepe".

Aunque la verdad no soporto las faltas de ortografía. Pero cuando se habla de ése personaje ni me quemo.

Salú!

Ignacio Bermúdez dijo...

Muy buena. Deja mucho que decir, hay más caracteres ocultos.

tan versátil como acústica dijo...

Sí, una se acostumbra, pero Alejandro tiene escritos que valen mucho más que su peso en oro (por suerte).