miércoles, 11 de abril de 2007

La lluvia


Mariana Scasso consigue algo bello con la lluvia, y su cabecera coincide con el título de una película de Marilyn Monroe. ¿Qué más queréis, mortales?
(Ella usó algunas negritas y cursiva, pido disculpas por su ausencia).
La imagen corresponde a un día de lluvia de este febrero (tras otro día de nieve), en Cebreiro, aldea puerta de Galicia en el Camino de Santiago.

BUS STOP

La lluvia

La lluvia transporta a las personas a lugares inimaginables, tiene un poder especial de transformación, convierte el vapor en agua y el tiempo en historias. Llueve, los cines se colman, los libros se desempolvan, los televisiones se encienden y las personas sueñan. El tiempo presente se detiene y el celuloide corre con historias ajenas que por esa hora y veinte son vividas y sentidas, compartidas e interiorizadas. El espacio se reduce y se amplía en otros lugares y tiempos, en otros climas y estados. Llueve, y los nubarrones oscurecen el cielo.
Las personas duermen y sueñan con historias surrealistas cargadas del inconsciente individual donde fluyen personajes conocidos y lugares desconocidos. La lluvia las transforma. Realizan un ritual por el incesante rumor. Se acomodan en un sillón, en una posición confortable, ya sea con los pies extendidos o recogidos. Escogen un libro de interés, en formato cuento para los ansiosos que les gusta empezar y terminar la historia el mismo día, novelas para los que prefieren los suspensos, y ensayos para los que eligen las teorías sobre la inmortalidad de la langosta y quieren conectarse con el REM sin muchos trámites. La lectura se puede acompañar con una bebida a gusto del consumidor: alcohólica, caliente o refrescante (té, vino, agua, sprite o arsénico). Para realizar un ritual más estimulante se recomienda no ambientar con música, se acopla con la lluvia. Los nubarrones promueven que la gente se acurruque y encuentre deleite en los espacios personales.
Los indicadores de esta extraña alquimia son tan variados como sus nombres. Mi hijita, lleve paraguas que esta lluvia boba, moja aunque no parezca, me recomendó una señora del cuarto piso con varias lluvias encima, a la salida de mi edificio Ahí está: lluvia boba. Y yo, con calor y sin ganas de subir a buscar el paraguas y cargar después con él, argumenté que iba cerca y estaba apurada. El año pasado, una señora con una bolsa de mandados por la calle Ponce agregó otro sinónimo de llovizna. No había sabido guiarla al hospital Americano. No sé si entendió mis indicaciones, porque no lograba descifrar bien las palabras que se le colaban por los dientes, y entre ellas distinguí una palabra desconocida para mí en ese momento: garuaba. No sabía si era una palabra para ingresar en el almacén de mi memoria o una invención mía por no haber oído bien lo que me decía la señora. Un gran conocedor de la lengua castellana, un taxista amable que me transportó hasta mi destino en escaso tiempo, mientras diluviaba, me sacó de la incertidumbre, y explicándome como un gran catedrático que era una palabra típica del lenguaje rural. Deben de existir otros sinónimos de la lluvia que todavía me restan por conocer.
Un gaucho me aseguró que la invasión de moscas indica lluvia; un navegante me afirmó que el mar en bajante es señal de lluvia; un enamorado de la adolescencia me aseveró que los atardeceres entre nubes son síntomas de lluvia; mi padre me dijo que la aureola en la luna indica lluvia. Y hay más, un juego de mesa con el que me entretenía de pequeña, explicaba en los cartones de animales e insectos, que la libélula anunciaba la lluvia. Ayer, a las nueve de la noche, una continuista de cine me pronosticó precipitaciones (ahí está, otro nombre) para el día de hoy, por la alta temperatura que padecíamos a esa hora. Acertó. Hoy llovió, oscureció temprano y en una hora me voy al cine.

5 comentarios:

@sirbuntalot dijo...

No puedo creer que no sabías lo que es "garuar". Y eso que sos de Maldonado (zona rural).
¿Arsénico?, al fin una explicaión a tu locura...
Muy bueno el texto, Alejandro debe estar desconforme. Cuidado.

mi-tacua-uy dijo...

¡Muy bueno tocaya!
Ahora que estás un poco más empapada del ambiente rural, seguro que debés tener un léxico más completo.
Merelo: Maldonado, y especialmente Punta del Este no cuentan como zona rural. Sino preguntale a la autora que tuvo la delicia (eso espero de pasar días inolvidables bajo la lluvia, chaparrón, garúa, llovizna, diluvio, etc. en el corazón del país). Sus zapatos quedaron embebidos de tierra norteña ...y cáscaras de arroz (de origen desconocido).

@sirbuntalot dijo...

mi-tacua-uy, todo lo que no es Montevideo es zona rural. No lo digo yo, lo hacen las calles de pedregullo.

Natilla dijo...

no es de zona rural pero tampoco capitalino: lo lindo de la lluvia en verano es tirar barquitos por el cordón de la vereda. Y ver que por tu casa pasan más.

El otro yo dijo...

Jeje.
Créelo Merelo, no sabía, pero ahora lo sé y también todos los otros no sabihondos que pululan la capital y resto (burda con ademán despectivo).
Pedregullo, atrevido, bien que debes de broncearte en los pedregullos de Maldonado.
Probá unas jotitas de arsénico, te vendría muy bien para la gripe, viste esto de las lluvias.

Diluvios, tú lo has dicho, diluvios Mi-tacua-uy.

Me encantaría ver, Natillita, barquillos de papel pasar por el cordón de cualquier vereda.