sábado, 19 de mayo de 2007

Lección 8: Toponimia


Alejandro Roselló no es nuevo en estos pagos de col-um-na. Ahora vuelve con una columna metacinematográfica (qué palabro) y casi magnética, donde hay puntos cardinales para perderse.
La fotografía también miraba al sudeste.

Brando, Pocahontas y yo.
LECCIÓN 8: TOPONIMIA
Rantés se para en el patio del psiquiátrico con una verticalidad asombrosa. Se yergue con la estampa de quien lleva una vida recta. Mira a la distancia, como si planeara a largo plazo. Lo ocupan disquisiciones elevadas, no tiene ganas de limpiarse los hilos de baba. Lleva de proa gorgoritos de saliva boquiabierta.
El director del hospital lo observa desde su despacho y concluye que Rantés siempre mira al sudeste. Suele estar así entre tres y cuatro horas.
Los test de inteligencia lo dan como un hombre superdotado, pero él dice ser un holograma. Lo analiza todo desde una perspectiva racional, pues el láser no tiene terminaciones nerviosas. Pero su racionalidad se hace a un lado por momentos: entre los demás enfermos, se ha convertido en un profeta. Se dice Extraterrestre y el médico que lo trata dice Jesucristo. Es un enviado que tiene su Dios en el sudeste.
El misterio del sudeste es ubicuo: desde cualquier lugar se puede mirar en esa dirección, y siempre será misterioso, porque la visión humana es demasiado corta como para realmente ver el sudeste. Quizás la razón extraterrestre no lo sea.
Si se avanza hacia él, tampoco se lo verá, porque la posición cardinal se presenta como un punto espacial al que jamás se podrá llegar. Un sitio que defiende su misterio corriéndose más hacia el sudeste cada vez que alguien intenta acercarse a él. Rantés, superdotado, no intenta la imbecilidad de acercarse a él. Sólo lo observa, absorto, observa.
A Rantés se lo ve en picado, en el patio del Borda, y el plano sólo dura unos segundos. ¿Por qué no una película de cuatro horas con Rantés mirando al sudeste? ¿Acaso no es otra manera de inducir el mismo misterio?
Andy Warhol se filmó durmiendo durante seis horas, un gran plano secuencia, onírico. La mente es aquí un sudeste inconsciente; un hombre que con los ojos dados vueltas, mira hacia sí.
Eliseo Subiela construye un misterio cortando negativos. Cortando y montando, distintos cineastas han creado misterios que me cuesta creer sólo sean de celuloide. ¡No lo son! Los misterios del cine se perpetúan en la vida de los personajes. Estos sólo han visto la luz durante la hora y media de proyección. Sin embargo, viven siempre y renacen cada vez que se proyecta nuevamente una copia del filme.
Otras veces los misterios del cine están en un punto cardinal: es El sur de Erice, un microcosmos al que miro cada tanto durante hora y media, como Rantés mira al sudeste por tres o cuatro.
Hombre mirando al sudeste, de Eliseo Subiela, resume los dos tipos de misterio, y el título de la película los resume aún más. Rantés mira al sudeste y tiene ascendencia sobre los demás enfermos, quienes creen en su prédica holográfica. Yo creo en la prédica de luces y sombras del cine, en esa suma de haces que no componen a un hombre sino a muchos.
El domingo por la tarde, compuso a Rantés, que decía ser holográfico y que en la pantalla del cine estuvo a punto de serlo, proyectado desde el fondo de la sala. Ese hombre que he decidido que sea un misterio. Ese hombre del que intento saber qué sueña, cuando no mira fijo al horizonte.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Bravo, Alejandro.

Anónimo dijo...

¡Muy bien!, ¿o sea que estos son tus alumnos?, una sorpresa. Ellos deberían abrir un blog.

eresfea dijo...

Estos son. Algunos ya tienen blog, haz clic en los recomendados de la derecha.

mr. shy dijo...

Segunda vez que comento en este blog, creo, y de nuevo en una de tus columnas. Qué bien me lo paso leyéndote, A.R.